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Otro ensayo sobre la ceguera

Comencé a escribir esto no con el teclado sino con una nota de voz. Un dictado para mí mismo: «no está tan mal, si te quedas ciego puedes seguir escribiendo». No podía ver después de que me dilataron las pupilas y midieron la presión de mis ojos, pero en ese momento tenía muchas cosas en la cabeza y necesitaba escribirlas. Decirlas. Fue la primera vez en mi vida que asistí a la oftalmóloga. Tampoco se necesita una empatía profunda hacia los diabético para entender que la posibilidad de quedarnos ciegos ocupa el primer lugar en la lista de Miedos que provoca la falta de insulina . Y aunque las complicaciones derivadas de una diabetes descuidada pueden ser múltiples y variadas, la ceguera es la más difundida. Paradójicamente, por ser la más visible; junto con la amputación de alguna extremidad, casi siempre un pie. Había aplazado la cita al oftalmólogo desde hace años. «Te voy a ser sincera», son declaraciones que si te las dice una doctora lo que tu cerebro escucha es: «Te vas a quedar

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